“Sonora” y la xenofobia contra los chinos, de Springall

La novela del sonorense Guillermo Munro Palacio, La ruta de los caídos, inspira el reciente filme de Alejandro Springall, Sonora: una historia de racismo y desencuentros ambientada en 1931, durante la persecución y genocidio de los migrantes chinos al norte de nuestro país, cuando Estados Unidos cerró fronteras expulsando mexicanos. Entre otros actúan Juan Manuel Bernal, Joaquín Cosío, Giovanna Zacarías y Dolores Heredia, quien durante el estreno en el FICM llamó la atención sobre el actual éxodo hondureño en México. “El instante del rechazo de los más vulnerables y frágiles”, apuntó Springall.

asaltaban y saqueaban los comercios y cultivos chinos para alimentar a los soldados. Según el libro, el gobierno de Sonora fomentó una campaña de odio y discriminación hacia los orientales. Además de los comités anti chinos, se formaron grupos armados que se encargaron de hostigarlos, encerrarlos y deportarlos, ejerciendo justicia por su propia mano.

Pero en esos mismos años, el gobierno mexicano inició una persecución religiosa al cerrar iglesias y expulsar a sacerdotes de Sonora, al tiempo que se promulgó una ley prohibiendo la fabricación, traslado y venta de bebidas alcohólicas. El guión de la película estuvo a cargo del director estadunidense John Sayles; los productores son Bertha Navarro, Edher Campos, Luis Salinas, y Springall.

En las primeras escenas se ve cómo los chinos son sacados de sus comercios; se les arrodilla y les chorrean agua por ser portadores de sífilis, tuberculosis, en fin (cabe recordar que el 24 de octubre pasado, cuando decenas de migrantes hondureños se disponían a descansar en las banquetas de Chiapas tras su peregrinar, fueron sorprendidos por empleados municipales que los rociaron con fumigadores contra el dengue).

La cinta muestra cómo un grupo de personajes salen de Sonora rumbo a Mexicali, Baja California, en busca de paz, pero deben cruzar el desierto. Lo hacen en un Chrysler 1929, y una mujer es la conductora. Abordan el auto dos mexicanas, un par de militares del país y el indio exchamán de la zona, quien los guiará porque conoce muy bien el lugar y lo acompaña su sobrino, recién deportado de Estados Unidos.

Entonces, se suben un chino con su esposa mexicana y su hija, quienes habían sido maltratados en Sonora por uno de los militares que va en ese viaje. Después, abordan el carro un estadunidense y un chicano. Empezan a pelear e insultarse, y el lugar se vuelve cada vez más peligroso para recorrer. El elenco lo conforman Juan Manuel Bernal, Rafael Cebrián, Joaquín Cosío, Abbie del Villar Chi, Erando González, Dolores Heredia, Flavio Medina, Carolina Molva, Patricia Ortiz, Harold Torres y Giovanna Zacarías, además del inglés y chino Jason Tobin, y el británico Ben Milliken.

Springall, nacido en la Ciudad de México en 1966 y realizador de Santitos (1999), Morirse está en hebreo (2007) y No eres tú, soy yo (2010), cuenta que Sonora surgió cuando como productor buscaba locaciones para la película La delgada línea amarilla (2015), de Celso R. García:

“Justamente Guillermo Munro Palacio me dijo: ¡Tómate un ratito, porque te voy a llevar al Pinacate y Gran Desierto de Altar Sonora!”

Cuando vio aquella reserva de la biosfera, Springall quedó “de verdad muy sorprendido”. No sabía de su belleza y sobre todo, “de esas condiciones geográficas tan raras que existen, ¡es un lugar muy especial en el mundo! Además de que está en la Falla de San Andrés, es el único desierto que tiene dunas y arena por todos lados, y posee cuatrocientos conos volcánicos en el centro, todo mundo debería conocerlo”.

En ese momento, le comentó a Munro Palacio: “Bueno, vamos a rodar ya tu novela”. Entonces se pusieron a trabajar con John Sayles para mostrar una historia, “pero sobre todo de ese lugar que es tan particular”. El guión lo empezaron a trabajar antes de que Donald Trump se perfilara como candidato. “En México tardamos mucho tiempo en levantar los proyectos fílmicos, y la realidad nos fue alcanzando”, destaca el realizador.

De Honduras a China

A su vez, la primera actriz Dolores Heredia manifestó en la presentación que Sonora se proyectó mientras la caravana de migrantes hondureños cruzaba el país. Springall retoma el asunto:

“En este momento, como bien lo comentaba Dolores, estamos en el instante de los rechazos, los odios; de los que no tienen voz y de los más vulnerables y frágiles que son los migrantes. Precisamente me interesaba que  se supiera que pasó ese problema en 1931, cuando empezaron las deportaciones masivas con la Gran Depresión en Estados Unidos y sobre todo, porque se conoce poco en México de dicha infamia que se cometió contra la población china en el norte del país.”

Springall explica contento que su película se estrenará en junio del 2019 y quizá se proyecte en China. La cinta ofrece una extraordinaria fotografía de los lugares naturales, a cargo de Serguei Saldívar Tanaka.

“Lo que a mí me da más miedo es que ahora cuando debemos abrazar, apoyar, a nuestros hermanos de Centroamérica, se pueda desatar una cosa otra vez similar, porque ese nacionalismo empieza a resurgir. Es la supremacía blanca, esos gobiernos de derecha que desde Washington comienzan a permear hacia México un nacionalismo muy extremo.”

El cineasta anhela que con Sonora haya reflexiones al respecto:

“Entonces, aunque sea una pincelada, un pequeño recordatorio, yo espero que esta película pueda funcionar en este sentido. Levantar muchas preguntas. Ojalá todo mundo investigue más sobre esa época tan dura que gracias a Dios terminó con la presidencia de Lázaro Cárdenas, porque México pudo haber sido un país de verdad fascista, como sucedió en Sudamérica.

“Es un momento para pensar que lo que sucede ahora tiene una resonancia. Que ya pasó y vale la pena verlo ahora; lo quise mostrar en un paisaje muy bonito y con un elenco increíble. En la película también hay ficción y algo de entretenimiento.”

Springall recuerda cuando Munro Palacio lo llevó a El Pinacate:

“Este es un lugar lleno de fantasmas y muertos, me dijo, por aquí pasaron todas las familias chinas huyendo de Sonora para irse a Baja California. El problema de la frontera es tremendo, además es el lugar en donde más fallecimientos han ocurrido, los desiertos de Sonora y Arizona son la geografía más cruel contra los migrantes. Me dieron escalofríos cuando me empezó a contar aquello. Yo sabía algo del genocidio y la persecución a la población china, pero me pareció que esa época de 1931 fue muy particular. El presidente de ese momento en Estados Unidos, Herbert Hoover, tomó medidas muy radicales. ¡Claro!, esa nación estaba en la desesperación, con un desempleo muy grande, mucha pobreza, y es así cuando se desatan los nacionalismos más aberrantes. Fue el único momento en el que se cerró la frontera y se prohibió el paso a todos los vehículos extranjeros y empezaron las deportaciones masivas. A lo largo de los años treinta se deportaron cerca de mil trabajadores mexicanos.”

Pone énfasis en el sitio de Sonora:

“Ese estado se volvió como una especie de laboratorio. Justo por el ‘Grupo Sonora’, que es el que gana la Revolución Mexicana, con Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Adolfo de la Huerta y Pascual Orozco, entre otros, tenían a Sonora como un copo de poder y un laboratorio. Estaban probando ciertas políticas nacionalsocialistas que eran la gran moda en esa época; se sabe que Calles se entrevistó con Adolfo Hitler y le tradujeron su libro Mi lucha.”

En varios textos historicos se explica que desde principios del siglo XX y hasta el año de 1932, los comerciantes de algunos estados del país, entre ellos Sonora y los de Navojoa, encabezaron un movimiento discriminatorio contra todos los comerciantes de origen chino. (Asimismo, por mayo de 1911 más de 300 chinos fueron asesinados en Torreón, Coahuila.)

Hacia 1916 empezaron a organizarse los comerciantes mexicanos para utilizar la legalidad con el fin de complicarles la vida, y hacer decaer sus negocios; así, los chinos se irían de Navojoa. Utilizando los medios de difusión, “se les acusaba de ser muy peligrosos, físicamente degenerados y holgazanes”. A través de estas campañas en contra de los chinos, los comerciantes de México, Sonora y al sur, en Navojoa, lograron expulsarlos del país, quedándose con sus propiedades.

Con tinta sangre

Munro Palacio, autor del libro La ruta de los caídos (2012), quien asistió a la exhibición de Sonora, declaró:

“Me encantó la película. Me gustó el trabajo de John Sayles y Alejandro Springal. Tuve la fortuna de que Alejandro supiera de este guión, de esta novela, a través de la actriz Giovanna Zacarías (quien en la trama maneja el auto). Soy admirador del trabajo de ella y le dije que poseía un libreto donde el personaje principal era el chofer, una mujer que se llamaba Alma. Entonces ella se lo pasó a Alejandro y lo más maravilloso es que cuando Alejandro buscaba locaciones para otro largometraje, nos encontramos y comenzamos a hablar del guión y de la novela.

“Efectuamos alrededor de cuatro viajes a El Pinacate. Uno fue con Alejandro, otro con el fotógrafo, Saldívar Tanaka, y luego con gente especial de transportes; pero yo me fijaba que Alejandro se había enamorado de la idea de cómo era aquello en 1931, y todo lo que estaba pasando en Sonora se abordaba en ese carro que planteo en la historia.

“Me pareció bien que titularan a la película Sonora, porque la idea mía era que Sonora estaba dentro de ese vehículo. Los guiones son la guía; el director tiene su idea, los actores y el fotógrafo aportan su parte. Es un filme en el cual todos contribuyeron.”

El largometraje muestra varios efectos especiales, como una tormenta de arena. La dirección de arte estuvo a cargo de Sandro Valdez y la edición, de Valentina Leduc (hija de Bertha Navarro y Paul Leduc), más Jorge García.

Springall manifiesta que los mexicanos “somos vulnerables como esos inmigrantes hondureños, quien no sienta eso en momentos tan extremos ¡qué soberbia! Me interesaba mucho también contar qué está pasando con las comunidades indígenas, sobre todo las etnias del norte, en Sonora, pues son muy particulares, no fueron sometidas al yugo colonial. Entonces, ¿qué pasó con esas etnias? Fueron finalmente conquistadas en el siglo XX con el alcohol; lo mismo pasó en las reservaciones indígenas en Estados Unidos y por doquier. Los pueblos primigenios están siendo desplazados y dominados de una manera muy vulgar: alcoholizándolos”, redondea:

“Son muchísimos temas en la película, abordados con pinceladas, justamente para hablar de esa vulnerabilidad humana, de esa fragilidad en donde también vemos que la avaricia, el odio, el racismo, son mucho más peligrosos que el mismo desierto, que la geografía misma.”

Este texto se publicó el 28 de octubre de 2018 en la edición 2191 de la revista Proceso.

 

 

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