Investigadoras encargadas:
María Teresa Sierra (CIESAS-CDMX), Dolores Figueroa Romero (CIESAS-CDMX) y Natalia De Marinis (CIESAS Golfo).
El día 12 de octubre en la sede del CIESAS-Ciudad de México, ubicada en la calle Juárez no. 222 se dieron cita defensoras comunitarias de derechos humanos, académicas, feministas, lideresas y estudiantes para hablar y reflexionar sobre el incremento de la(s) violencia(s) que están golpeando y afectando a las mujeres indígenas y a sus comunidades. El objetivo del seminario fue entablar un diálogo a varias voces que visibilizara dos miradas: por un lado, (1) conocer el trabajo de documentación y monitoreo que colectivos y organizaciones feministas están desarrollando en varios estados para contabilizar y dar cuenta de violencia feminicida y las múltiples formas de la violencia de género contra mujeres jóvenes, niñas y mujeres mayores; y por el otro, (2) visibilizar las respuestas comunitarias y acciones organizadas para enfrentar los efectos de la violencia en territorios indígenas y cuerpos femeninos, así como también un mejor entendimiento de la creciente descomposición social causada por la presencia de grupos delincuenciales y la criminalización de la pobreza.
El encuentro estuvo organizado en tres mesas de discusión donde hubo presencia de activistas comprometidas a documentar y observar la violencia en la forma de observatorios y que han puesto énfasis en presionar a los gobiernos de los estados en declarar las Alertas de género. La segunda mesa se conformó de promotoras de la salud, abogadas indígenas y lideresas comunitarias por la defensa de los derechos humanos que retrataron de viva voz los contextos complejos en los cuales trabajan y los retos a los que se enfrentan a fin de realizar su labor y acompañar a las mujeres en la búsqueda de acceso a justicia. Por último la tercera mesa fue dedicada a mostrar distintas estrategias de visibilización y resarcimiento del daño desde una perspectiva colectiva e inter-seccional.
A manera de resumen y aportes de las mesas mencionaríamos lo siguiente. La primera mesa de feministas en Guerrero, Chiapas y Veracruz dio cuenta indiscutiblemente de la gravedad del incremento de la violencia –cuantitativa y cualitativamente– contra mujeres en general, y mujeres indígenas en particular. La información vertida por las participantes no se restringió a mostrar estadísticas alarmantes sino también a explicar las metodologías con las que recogen la información, documentan los casos y dan acompañamiento a familiares en búsqueda de justicia. Un mensaje central de la presentación de Martha Figueroa –activista del colectivo feminista COLEM en Chiapas– fue que “la violencia es prevenible” en referencia al imperativo de trabajar por la prevención de los efectos letales de la concatenación varias violencias que devienen en la muerte de mujeres. Con esta mirada puesta sobre la concatenación de violencias se amplía el espectro de discriminaciones y racismos estructurales que generan condiciones para que se den, por ejemplo, la muerte materno-infantil, y ver en estos eventos una expresión del feminicidio. Al ampliar la conceptualización de feminicidio hacia otros espacios y dinámicas sociales donde mujeres son violentadas de maneras extremas, como también es en la política electoral, nos habla de una nueva etapa reflexiva activista donde las feministas encuentran vital expandir su foco de atención a fin de rescatar la inter-seccionalidad de las discriminaciones donde no solo el género entra en juego, sino la pobreza y el racismo.
Esta mesa también fue nutrida en relatos de casos de acompañamiento a familias buscando justicia. El caso mostrado por María de la Rica, del Centro de Atención de la Mujer “Kalli Luz María” en Orizaba, fue indicativo de una cadena de desprecios, discriminaciones y omisiones graves que sufrió la hija de una mujer indígena en sus gestiones por recuperar las ropas de su madre –asesinada por su pareja– en manos de la fiscalía. Se preguntó desde el público: “Si en estas narrativas de rutas de justicia empleáramos el término racismo institucional para nombrar la serie de omisiones y discriminaciones que toleran los familiares de víctimas indígenas de feminicidio. ¿En qué se beneficiaría la víctima para la consecución de resultados?” Según los casos que acompaña María de la Rica los procesos legales e investigación policiaca son mal llevados y largos y al final las familias se agotan y terminan por cejar. Es el racismo de largo aliento que se entroniza en las tecnologías del poder cansando y silenciando a los demandantes de justicia.
Con respecto a las metodologías de observación se mencionó que están basadas en dos instrumentos principales que son las notas de periódicos y el seguimiento del desarrollo de averiguaciones sobre casos. Para Rosa Icela Ojeda, directora del Observatorio de Violencia de Género “Hannah Arendt” del Instituto Ignacio Altamirano, la selección de casos emblemáticos –por ejemplo, de menores asesinadas de manera violenta y premeditada– donde el proceso de las averiguaciones están llenas de irregularidades, dan cuenta de la poca voluntad del sistema para inculpar a feminicidas. Igual se mencionó que las fuentes de información para documentar la violencia feminicida son limitadas para captar lo que sucede en comunidades locales y aisladas. Se señaló en varias ocasiones que hay un sub-registro de feminicidios en prensa, y ello hay que pensarlo de manera crítica a fin de buscar otros mecanismos que enriquezcan el registro y conocimiento de la violencia en ámbitos rurales.
Un mensaje importante de la primera mesa fue que las violencias que se están documentando y testificando son más graves, cruentas y desgarradoras. En el trabajo de observación de años permite pulsar puntos de inflexión en la gravedad de los eventos sobre todo a raíz de la guerra contra las drogas, los choques por la disputa de rutas de trasiego por cárteles de la droga y la militarización de zonas indígenas. Las preocupaciones no sólo se centran en entender la racionalidad o irracionalidad detrás de los cuerpos femeninos mutilados y torturados tirados en la vía pública, también hay una consternación por la violencia contra mujeres asesinadas en ámbitos domésticos con armas caseras, machetes y a palazos. Hay preocupación por los efectos negativos de la pobreza en la reproducción social campesina y por las condiciones de marginalidad e inseguridades en la vida cotidiana en la que las mujeres asumen el cuido de la familia. Los contextos han venido cambiando de manera sustancial al punto que las muertes nos indican que hay presencia de armas en las comunidades y que están siendo usadas para victimizar a mujeres y hombres.
La segunda mesa estuvo compuesta por abogadas, lideresas y por trabajadoras de la salud. Las intervenciones de Camelia Gaspar, Apolonia Plácido, Norma Don Juan y Valladolid Ventura fueron llamados a pensar y re-repensar lo local como el espacio primigenio para buscar mecanismos de protección y justicia culturalmente situados. Esta mesa hizo hincapié en temas importantes para el ámbito comunitario local. Los sistemas normativos internos (o indígenas), que se les mostró en su complejidad política y cultural, deben ser fortalecidos para que garanticen la gobernabilidad comunitaria incluyendo ante todo la atención de las necesidades y reclamos de las mujeres en caso de violencia política y violencia de género. Para lograr esta doble mirada es importante que las mujeres en las comunidades que hacen trabajo de defensoría de mujeres violentadas sean oídas y acuerpadas por la comunidad. También se mencionó que las estructuras de gobierno comunitarias y sus espacios de toma de decisión consensuada son garantía para asegurar mecanismos locales contra la injerencia estatal y privada. La defensa del los recursos de las comunidades se ha mostrado que es posible hacerla de manera exitosa a través de la cohesión comunitaria, que aunque sea amenazada por dinámicas externas, hay una fe en que ese es el espacio de defensa primigenio.
Las lideresas y abogadas que venían de las Casas de la Mujer Indígena en San Luis Acatlán, Chilapa y Zongolica hablaron del cambio de perfil de las Casas de la Mujer Indígena donde hay una transformación de los ámbitos de atención que brindan, los cuales han pasado de trabajar en temas de salud materno-infantil y salud sexual a hacer acompañamiento –legal y emocional– a casos de violencia y búsqueda de justicia. Este cambio de tareas se debe a las transformaciones de las condiciones de trabajo y los contextos sociales donde las CAMIS brindan servicios. Brígida Cuautla de la CAMI de Chilapa señaló, de manera pensativa y reflexiva, las medidas de cuidado y protección que tienen que aplicar cuando dan atención en horario nocturno y a una población que está polarizada y tensionada por las disputas violentas de grupos delincuenciales. En este actuar reciente de las compañeras de las CAMIS, ahora con un perfil más claro de defensoras de los derechos de las mujeres, lanzaron la pregunta: “¿Cómo avanzar en esta nueva labor si no somos abogadas”? Al no ser abogadas se ven deslegitimadas en el proceso de acompañamiento, cuando el proceso legal es racista, engorroso y culturalmente ajeno a la cultural indígena. Esta preocupación por la falta de un conocimiento especializado en el campo legal las hace preguntarse sobre las limitaciones de su acompañamiento en espacios públicos y mecanismos legales, y si es que acaso toda ruta para asegurar la justicia debe ser la judicial.
Otro polo de tensión mencionado en la segunda mesa fue la gravedad de las violencias ejercidas por militares y agentes del estado contra mujeres y hombres indígenas, donde la mayoría de los actos quedan impunes. La voz de las mujeres es una punta de lanza contra las atrocidades que suceden en territorios aislados y poblaciones empobrecidas. La denuncia de violaciones y vejaciones por parte de miembros de ejército contra mujeres indígenas ha sido un punto de inflexión en hacer notar el abuso del poder y el desprecio de las autoridades hacia los pueblos y comunidades indígenas.
La tercera mesa inició con la participación de Martha Ramírez, asesora de la Casa de la Mujer Indígena de Ayutla, y cercana a Inés Fernández, intérprete y acompañante. Martha fue muy elocuente en trasmitir al público la lucha de Inés, su fortaleza personal y la misión que tiene de hacer realidad el beneficio colectivo de la aplicación de las medidas de resarcimiento en su favor a raíz del fallo positivo del la Corte Interamericana de Justicia por su caso de violencia sexual contra ella ejercida por militares. Inés es una mujer adulta, fuerte y decidida que ha logrado ser oída y que en conjunción con la gente de bien que la rodea está por acondicionar y poner en marcha un centro de atención a la mujer en su comunidad de origen donde las mujeres, niños y familias puedan encontrar espacio de atención a sus necesidades en su propio idioma.
El seminario lo cerramos con la participación de dos visitantes de Colombia, Delis Palacios y Sauro Mosquera. Ambos, provenientes de región pacifica colombiana, dieron su testimonio como activistas en un proceso muy doloroso y particular que fue el primer acto de reconocimiento de responsabilidad de las FARC respecto a la masacre del 2 de mayo de 2002 en la comunidad de Bojayá. Por su parte, Saulo compartió y explicó su rol como cantador y rezandero en un grupo de mujeres cantadoras que han sido clave en sanar el dolor a través del canto mostrando el potencial político de lo espiritual en procesos de resarcimiento del daño.
A manera conclusiva, debemos mencionar que los testimonios, mensajes y reflexiones de las participantes fueron nutridas, informadas sobre los contextos y actores, dolorosas sobre los daños y pérdidas, y reflexivas sobre las opciones y compromisos a futuro.
Aportes del Seminario:
- Uno de los objetivos principales del seminario fue lograr un diálogo entre las ponentes de las tres mesas para la obtención de insumos para mejorar el trabajo conjunto entre feministas y organizaciones de mujeres indígenas que atienden problemáticas en común y tienen presencia en los mismos territorios como son Guerrero y Veracruz.
- Los diálogos dieron luz para entender los desencuentros y las diferencias que han habido entre feministas y activistas indígenas defensoras de derechos humanos en formas de acción activista, estrategias y focos de trabajo comunitario, que aunque coinciden en puntos clave para atender la violencia de género no son necesariamente los mismos. Por ejemplo, ayudó mucho a hacer preguntas sobre qué tanto ayudan las salidas institucionales a la violencia desde el marco de las alertas de género y qué tanto tienen impacto en disminuir las muertes violentas y hasta qué punto las mujeres indígenas se sienten o no reflejadas en las estadísticas y en las campañas de visibilización de la violencia de género.
- Se trató de avanzar en identificar en lo que podríamos hacer para dialogar, encontrarnos y sobre todo trabajar juntos para crear sinergias positivas entre el feminismo académico e institucional y la defensa de la soberanía desde lo local. Un punto de encuentro fue identificar los vacíos metodológicos para documentar la complejidad de la violencia que aqueja a las mujeres rurales e indígenas, así como formas de acompañamiento que sean más adaptadas y acordes a los contextos locales complejos, donde la presencia de varios agentes de violencia densifica las opciones de protección y cuidado.
Las invitadas y organizadoras del evento fueron las siguientes:
I. Mesa de académicas y defensoras de derechos humanos sobre el tema de feminicidos, trata y emergencia de género
- Rosa Icela Ojeda (Observatorio de Violencia, Instituto Ignacio Altamirano, UAG, Guerrero)
- Martha Sánchez Néstor (Grupo Plural de Guerrero)
- Martha Guadalupe Figueroa (Colectivo COLEM, Chiapas)
- María de la Rica (Centro de Atención de la Mujer “Kalli Luz María”, Orizaba, Veracruz)
- Norma Don Juan (Coordinadora Nacional de la Mujer Indígena, CONAMI, Ciudad de México)
Moderadora: Natalia de Marinis (CIESAS, Golfo, Xalapa, Ver.)
II. Mesa de las actoras locales y sus estrategias de resistencia a violencia y búsqueda de justicia y seguridad
- Camelia Gaspar, RAI (Ciudad de Oaxaca)
- Apolonia Plácido, Valladolid Ventura Nava e Inés Porfirio, CAMIs (RED CAMIS, San Luis Acatlán, Guerrero)
- Brígida Chautla (CAMI, Chilapa, Guerrero)
- Aida Tlaxcala y Emilia Tepole (CAMI, Zongolica, Veracruz)
Moderadora: Paloma Bonfil
III. Mesa de experiencias frente al despojo, la violencia y el resarcimiento desde distintos contextos
- Delis Palacios Herrón (Integrante de Comité por los Derechos de Víctimas de Bojayá, Colombia)
- Patricia Celerina Sánchez (REMIPAZ, y Alianza de Mujeres Indígenas de México y Centroamérica)
- Martha Ramírez Galeana (Tlachinollan, Asesora de la Casa de la Mujer de Ayutla, Tlapa, Gro.)
- Saulo Enrique Mosquera (Cantador del Pacífico Colombiano) “Ser Cantador en un grupo de cantadoras del Pacífico Colombiano. Estrategias espirituales frente a la violencia”
IV. Cierre de balance final de estrategias y apuestas al trabajo futuro
- Dra. María Teresa Sierra Camacho
- Dra. Dolores Figueroa Romero